El programa Kuttunak, impulsado por el Gobierno Vasco a través de la Asociación Educativa Berriztu, celebra dos años de brindar ayuda psicoterapéutica y socioeducativa a hijos e hijas de presos en edades comprendidas entre los 3 y los 18 años. Según el coordinador de Berriztu, Luismi Uruñuela, el objetivo va más allá de sacar a estos niños del pozo negro en el que se encuentran, buscando que retomen una vida normal y puedan convertirse en "ayudadores" para otros.
Bajo la batuta del Gobierno Vasco y con una subvención de 210.000 euros, el programa Kuttunak ha logrado posicionarse como una iniciativa pionera en el Estado, enmarcada dentro del 'Modelo penitenciario vasco'. Esta propuesta, gestionada por la Asociación Educativa Berriztu, busca atender de manera especializada a los menores que han vivido o viven en un entorno familiar donde uno o ambos progenitores se encuentran en prisión.
Los profesionales encargados de esta labor, una persona educadora y una psicoterapeuta, trabajan con los menores a lo largo de tres fases: observación, interacción y finalización. El principal objetivo es disminuir los problemas derivados de la situación traumática que atraviesan, cubrir las carencias generadas por estos traumas, y fomentar recursos personales y sociales para enfrentar la realidad.
Además de trabajar con los menores de manera individual y grupal, el programa Kuttunak ha logrado ampliarse para atender a más participantes, destacando la importancia de abordar la situación de la unidad familiar en su totalidad. La evaluación del programa realizada por la Asociación Educativa Berriztu destaca la mejora en la comunicación familiar y los avances académicos de los menores participantes.
Según los datos recopilados por el programa, la ausencia de un progenitor por motivos de encarcelamiento conlleva una serie de consecuencias negativas en el desarrollo emocional y psicológico de los menores afectados. El trabajo de Kuttunak busca acompañar a estos niños y adolescentes en su proceso de superación, brindándoles un espacio seguro y sincero para expresar sus emociones y encontrar apoyo.
El objetivo final del programa va más allá de sacar a los menores del pozo de tristeza en el que se encuentran, buscando que puedan reintegrarse a una vida normal y convertirse en individuos capaces de asumir roles de ayuda hacia los demás. Esta labor no solo ha logrado mejorar la situación de los participantes, sino que también les ha permitido convertirse en agentes de cambio en su entorno, brindando apoyo a personas mayores y compartiendo su cultura con otros niños de diferentes procedencias.
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