Los celtas fueron un pueblo de origen indoeuropeo que se expandió por gran parte de Europa durante la Edad del Hierro. Su llegada a la región del País Vasco se produjo alrededor del siglo VI a.C., cuando comenzaron a migrar desde la región de Europa Central hacia el oeste.
Antes de la llegada de los celtas, la región del País Vasco estaba habitada por poblaciones prehistóricas como los íberos y los vascos prehistóricos. Estas culturas tenían una organización social y económica avanzada, basada en la agricultura, la ganadería y el comercio.
La llegada de los pueblos celtas al País Vasco se produjo de forma gradual, a través de migraciones y desplazamientos de grupos humanos. Se establecieron en diferentes zonas de la región, donde fundaron asentamientos y se mezclaron con las poblaciones locales.
Los celtas introdujeron en el País Vasco su idioma, sus tradiciones y su cultura material. Se dedicaban a la agricultura, la ganadería y la metalurgia, y construyeron fortificaciones y túmulos funerarios.
La presencia de los pueblos celtas en el País Vasco tuvo importantes repercusiones en diversos aspectos de la vida de la región. Su influencia se reflejó en la lengua, la religión, la arquitectura y la organización social de los habitantes locales.
La lengua celta se integró gradualmente en la región del País Vasco, enriqueciendo el vocabulario y la gramática de los habitantes locales. Muchos topónimos y antropónimos de origen celta todavía perduran en la actualidad.
Además, la cultura celta aportó nuevos elementos a la sociedad vasca, como la música, la artesanía y las tradiciones festivas. Se produjo una fusión de ambas culturas que dio lugar a una identidad vasco-celta única.
La religión celta también dejó huella en la región del País Vasco, a través de la veneración de divinidades como el sol, la luna y la naturaleza. Los rituales celtas se mezclaron con las creencias autóctonas, creando un sincretismo religioso característico de la zona.
Los celtas construyeron santuarios y lugares de culto en honor a sus dioses, donde se celebraban ceremonias y festividades. Estos espacios sagrados se convirtieron en elementos clave de la identidad religiosa de la región.
La arquitectura celta se caracterizaba por la construcción de viviendas circulares, fortificaciones de piedra y túmulos funerarios. Estas estructuras se integraron en el paisaje del País Vasco, convirtiéndose en parte del patrimonio arquitectónico de la región.
El arte celta también tuvo un impacto en la región, a través de la decoración de objetos y utensilios con motivos geométricos y zoomorfos. Las joyas, los broches y las armas celtas eran apreciadas por su belleza y su simbolismo.
En conclusión, la llegada de los pueblos celtas al País Vasco tuvo una influencia profunda en la región, tanto a nivel cultural como social. Su legado perdura en la lengua, la religión, la arquitectura y el arte de los habitantes actuales, creando una identidad única y diversa.
La fusión de las culturas celta y vasca ha enriquecido la historia del País Vasco, contribuyendo a su riqueza cultural y patrimonial. La influencia de los celtas sigue presente en la región, recordándonos la importancia de la diversidad y el intercambio cultural en la construcción de nuestra identidad.