
Un inquietante caso de sextorsión ha salido a la luz en Azkoitia, Gipuzkoa, donde la Policía Nacional ha detenido a una mujer de 26 años que se encontraba detrás de una compleja red de extorsión a hombres a través de Internet. Con un enfoque metódico, la acusada se enfrentaba a sus víctimas tras haberles conseguido imágenes de contenido sexual, utilizando la amenaza de difundir dichos materiales a familiares y amigos como mecanismo para chantajearlos económicamente.
La investigación reveló que esta mujer había perpetrado, al menos, 311 casos de sextorsión. Su modus operandi consistía en tejer una imagen ficticia de sí misma en las redes sociales, presentándose con un cuerpo modificado digitalmente mediante inteligencia artificial. Armada apenas con un smartphone y una aplicación para retocar imágenes, logró atraer la confianza de sus víctimas en un entorno digital donde la manipulación visual se ha convertido en moneda corriente.
Los detalles del caso son alarmantes: tras establecer una comunicación inicial, la detenida obtenía imágenes comprometedoras de sus contactos y luego les exigía pagos a través de transferencias bancarias para mantener en secreto el material comprometedor. De acuerdo con fuentes policiales, se ha podido rastrear un flujo considerable de dinero a cuentas de la sospechosa, indicando una extensa red de víctimas que, por diversas razones personales, eligieron no denunciarla.
La operación que llevó a la detención de esta mujer, denominada "Curvas", fue el resultado de un esfuerzo conjunto entre la Sección de Ciberdelincuencia de la Comisaría Provincial de Málaga y la Brigada Provincial de Policía Judicial de San Sebastián. Esta colaboración comenzó tras las primeras denuncias de sextorsión, que al ser investigadas revelaron un patrón común vinculado a un perfil específico en redes sociales.
Uno de los aspectos más intrigantes del caso es que la cuenta sospechosa contaba con más de 13.000 seguidores, lo que sugiere un nivel significativo de actividad para atraer contactos masculinos. Además, el perfil manipulativo había sido mantenido de forma constante, con algunas de las víctimas alegando haber mantenido interacciones a través de "directos" en línea, lo que complicaba aún más la situación.
A través de un análisis minucioso de las cuentas en redes sociales y los movimientos de dinero, las fuerzas policiales lograron identificar a la mujer detrás de la estafa. Su imagen era coherente en parte con las fotografías digitales que utilizaba, aunque la figura corporal había sido sustancialmente alterada también con ayuda de tecnología de inteligencia artificial.
Una vez recolectada suficiente evidencia sobre su implicación, la Policía procedió a su arresto y a una entrada en su domicilio, donde, sorprendentemente, no hallaron sofisticados equipos informáticos, sino un smartphone y dispositivos simples de grabación. Sin embargo, esto no detuvo la investigación: en su teléfono se encontraron las cuentas utilizadas para contactar con las víctimas, así como el contenido que empleaba como gancho para atraerlas.
En comisaría, se llevó a cabo un análisis exhaustivo del dispositivo, revelando una evolución preocupante en su estrategia de sextorsión. Inicialmente, la detenida simulaba ser una prostituta, pidiendo pagos anticipados a los hombres que contactaba. Luego, dirigía a sus seguidores a un canal privado con contenido sexual, que resultaba ser otra artimaña para extorsionar.
Finalmente, su foco se centró en la creación de un esquema de sextorsión más directo, ganando la confianza de sus víctimas y pidiéndoles imágenes íntimas, lo que le permitía amenazarlos de manera más eficaz. La dimensión económica de sus delitos es también impactante: se ha determinado que durante un período de ocho meses, logró acumular la asombrosa cifra de 16.300 euros, lo que subraya la magnitud de las implicaciones que tienen estas prácticas en la sociedad contemporánea.
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