Mario Iceta asume como comisario Pontificio de monasterios de clarisas en Belorado, Orduña y Derio

La Iglesia ha tomado la polémica decisión de prohibir a De Rojas estar en el convento de Belorado y ahora las clarisas deberán decidir si continúan en la congregación o no.

BURGOS, 29 May.

El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, ha sido designado comisario Pontificio de los monasterios de las clarisas de Belorado, Orduña y Derio. La prohibición de acceso y permanencia en el convento burgalés ha sido impuesta a los señores Pablo de Rojas y José Ceacero, así como a cualquier persona afiliada a la Pía Unión de San Pablo Apóstol.

En una rueda de prensa celebrada este miércoles, el arzobispo ha anunciado esta nueva medida junto a otros miembros relevantes, como la madre María Javier Soto, presidenta de la Federación de Hermanas Clarisas de Nuestra Señora de Aranzazu, y el vicario judicial de la Archidiócesis, entre otros.

Según el comunicado leído por el arzobispo, la abadesa del monasterio de Belorado y Derio, sor Isabel, fue destituida el 29 de mayo tras anunciar su decisión de abandonar la Iglesia Católica para seguir a Pablo de Rojas. Ante esta situación, la Santa Sede designó a Mario Iceta como comisario Pontificio y se estableció una comisión gestora para coordinar las acciones en el ámbito canónico y civil.

El arzobispo ha revelado que se llevará a cabo una auditoría de los monasterios y se supervisará la gestión económica, con la posibilidad de recurrir a asesoramiento jurídico en materia civil, fiscal y penal si es necesario, para proteger el honor de las personas involucradas.

Hasta el momento, sor Isabel no ha respondido al burofax enviado por el arzobispo, en el que se le notificaba el fin de su mandato y la designación del comisario pontificio. También se ha establecido la prohibición de acceso a los señores Pablo de Rojas y José Ceacero, así como a cualquier persona vinculada a la Capilla Unión de San Pablo Apóstol.

Mario Iceta espera que De Rojas y Ceacero abandonen los monasterios de manera consensuada y con sentido común, sin descartar la vía judicial si es necesario. La intención es que las hermanas de los conventos expresen su voluntad de permanecer en la Iglesia Católica, evitando así la excomunión y expulsión de la vida consagrada en caso de renuncia.

La preocupación principal del arzobispo es el bienestar de las monjas, a quienes se les garantizará un tratamiento delicado durante este proceso. Se prioriza el diálogo con las hermanas para que entiendan la importancia de la situación y se buscarán soluciones que minimicen el daño para todos los implicados.